Jean-Paul BROUILLETTE, OMI

“Los oblatos son especialistas de las misiones difíciles”. Diciendo esto, el papa Pío XI pensaba sobre todo en las misiones del Norte canadiense. Pero en las antípodas de esta región, en Laos más precisamente, los oblatos, desde la llegada de tres de los suyos en 1934, encontraron unas dificultades muy grandes y numerosas cuando a veces venían unos jefes comunistas: enfermedades, guerras, escaramuzas, accidentes e incluso asesinatos.

En 1975, dejan el país para salvar su vida. Su número aumenta entonces a unos cientos, entre los cuales dos canadienses: los padres Jean-Paul Brouillette y Léo Plante. Hoy, a causa de una política hostil a los extranjeros, en Laos queda un solo oblato: el obispo Jean Khamse, un laosiano.

El padre Brouillette, en medio de todas estas dificultades, conoció de todas formas alegrías y consolaciones. Los bautismos de adultos fueron muchos. Escuchamos su cuento de la historia un poco especial de Khamla, uno de sus catecúmenos.

“Khamla es un ayudante de policía, bastante inteligente y de carácter manso. Un buen día, se enamora de una graciosa chica cristiana. Le pide su mano y… aún más. Ella le hace entender que tiene que hacerse cristiano si quiere casarse con ella.

Durante más de tres meses, instruyo a mi catecúmeno y le preparo al bautismo. Todo va bien y estoy contento por el interés que manifiesta en el estudio de la religión. Al final de abril, Khamla está listo para recibir el bautismo y los demás sacramentos. Pero recibe el orden de salir de patrulla a cientos de millas. Entonces todo se retrasa.

Khamla vuelve a Vientiane sólo en julio y trae consigo la fiebre del bosque. Regresa en septiembre, bien recuperado y dispuesto a repasar su catequismo antes del bautismo. Se fija la fecha de la boda. Hay que darse prisa si se quiere que todo esté hecho antes del nacimiento de un heredero. Pero cuando la señorita Dao, su prometida, se presentó para su primera instrucción sobre el matrimonio, tuvo que dejarme después de una media hora, ya que fue afectada de dolores anunciadores de un gran acontecimiento. Durante la noche, trajo al mundo una niña.

Después de un buen mes, Khamla volvió a hacer una nueva preparación al bautismo. El 18 de noviembre, bauticé antes a la niña y luego a mi catecúmeno. Inmediatamente después, le presentaba a Monseñor para la confirmación. En fin, fue el matrimonio y la primera comunión”.

André DORVAL, OMI